jueves, octubre 02, 2008

El 68....




Hoy se conmemoran 40 años de aquel tràgico 2 de octubre donde murieron desafortunadamente tantas personas. Algunos testimonios de los jóvenes que vivieron ese momento histórico, fueron rescatados por escritores como Elena Poniatowska, en su libro La noche de Tlatelolco (1969). Otros han recorrido el mundo, como por ejemplo el de Salvador Zarco, entonces estudiante de la UNAM, o la voz de Fernand Choisel, periodista francés que trabajaba en la radioemisora "Europa Uno" y quien presenció el mitin del 2 de octubre.

Una reflexión de la masacre de Tlatelolco en 1998 (fragmento) Por Salvador Zarco" En 1968 yo era un estudiante de filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y, como muchos otros de mi generación, estuve involucrado en política estudiantil.

Algunos estudiantes y maestros comenzamos nuestras protestas cuando el gobierno estadounidense invadió la República Dominicana en abril de 1965. Por toda la UNAM había personas preocupadas por los tratados económicos de Estados Unidos con América Latina; también estuvimos envueltos en un número de protestas en contra de la injusticia en nuestra propia sociedad.
En ese año hubo muchas protestas, algunas de otros grupos estudiantiles y algunas de trabajadores. El foco de estas demostraciones y actividades sucedió, especialmente, en el verano de 1968; iba directamente en contra del gobierno mexicano que incrementaba cada vez mas la represión hacia los grupos que hacían movimientos sociales. En julio, el ejército mexicano y la policía, ocuparonel Instituto Politécnico Nacional; ésta invasión dejó centenas de heridos y docenas de muertos.

El gobierno justificó sus actos declarando que los movimientos estudiantiles en la ciudad eran partede una conspiración "comunista". Sin embargo, esta masacre sólo intensificó las protestas. Las organizaciones liberales y los estudiantescomenzaron a pedir el fin de la represión, se hizo un llamado a la democracia y al respeto de la leyes de la Constitución Mexicana. El gobierno Mexicano, en lugar de responder con una actitud abierta al diálogo, reaccionó aún con más represión. Los estudiantes eran arbitrariamente arrestados, en septiembre de 68, la UNAM fue ocupada por tropas militares.
El ciclo de violencia del gobierno hacia los estudiantes, provocó el enojo de muchos trabajadores de la ciudad. Desde mi perspectiva, la represión creció a la par de la participación de los trabajadores; el gobierno se alarmó, pensando que el movimiento de estudiantes aunado al de los trabajadores, podría forzar al gobierno a dar apertura a la democracia en la sociedad mexicana. Consecuentemente, el gobierno incrementó su política represiva. Dado que la prensa mexicana nunca dio noticia exacta de los eventos ocurridos en el verano del 68, para el gobierno fue fácil esconder la situación social que se suscitó a partir de la lucha de los trabajadores.
Este es el antecedente de la masacre de Tlatelolco o de la Plaza de las Tres Culturas, ocurrida la noche del 2 de octubre de 1968. Esa noche, según yo entendí, estaba acordada la reunión entre los representantes del movimiento estudiantil, así como de representantes del gobierno, para comenzar la resolución del conflicto. Había una promesa de paz por parte del gobierno, pero el resultado, por supuesto, de esa promesa, fue la masacre donde, según yo creo, fueron asesinados entre 300 y 500 estudiantes y trabajadores.
Yo no estuve presente el 2 de octubre, dado que tenía otro compromiso para esa tarde. Sin duda, tampoco creí que después de la masacre el gobierno se atreviera a atacar nuevamente a los estudiantes y trabajadores.

Desde donde yo estaba, en un lugar cercano al centro de la ciudad, pude escuchar los disparos que provenían de la Plaza. Más tarde, sin saber todas las implicaciones de lo que había ocurrido, fui a mi trabajo de lector de pruebas a El Día, uno de los periódicos de ese tiempo. En mi camino, vi docenas de camiones incendiados así como coches. Era evidente para mí, que había sucedido una confrontación tremenda entre las fuerzas gubernamentales y los estudiantes y trabajadores.
Después del trabajo, a la mañana siguiente, fui de departamento en departamento buscando a mis amigos. Ninguno parecía estar en casa en los primeros dos sitios que visité; en el tercero, sin embargo, fui bienvenido por miembros de la policía secreta mexicana. Ya fuera que me estaban buscando o no, inmediatamente fui arrestado y llevado a la estación de policía.
Fui colocado en un cuarto frío, me taparon los ojos, me golpearon y me dieron choques eléctricos el día entero. Fue una experiencia de horror. Ellos querían que yo admitiera que había cometido numerosos crímenes en contra del Estado, los cuales yo nunca había realizado.
Yo supe, tiempo después, que se habían arrestado alrededor de 2000 personas durante esa semana. Fuimos encarcelados, sin juico, en tres diferentes prisiones de la ciudad de México. En diciembre de 1968, la mayor parte de los encarcelados fueron liberados. Sin embargo, yo, junto con otros ochenta, permanecimos en prisión hasta diciembre de 1971, sin nunca haber tenido juicio formal. Entonces, misteriosamente, todos nuestros cargos fueron retirados y fuimos liberados por un gobierno que, repentinamente, aceptaba que había cometido un error al arrestarnos. Lo que hizo esta experiencia en mí fue comprometerme a fondo con la acción social. En 1974 encontré un trabajo como ferrocarrilero. Yo simpre admiré la historia de la unión de trabajadores de ferrocarriles en México, así como a Demetrio Vallejo, el mayor líder de ese gremio laboral. Me convertí en activista del sindicato hasta llegar a ser Secretario general de una sección.


La lucha en contra de la represión de nuestros movimientos estudiantiles en 1968, ha traído al fin ciertos cambios en México. Antes de 1968 era imposible hacer una protesta pública. Ahora, cuarenta años después, la gente con quejas y protestas puede circular libremente por la ciudad, no en balde somos la Ciudad con mas marchas y plantones en Mèxico y no se si peque de exagerada pero creo que en el mundo, se puede demandar resolución a conflictos con el gobierno.


Creo que la mayorìa de la gente en la ciudad tiene algùn conocido o familiar que le tocò vivir de cerca este movimiento, en mi caso si los tengo, tengo vecinos que desafortunadamente estuvieron presos por causas injustificadas, porque ni siquiera participaron en el movimiento pero si pertenecìan a la UNAM y con eso bastò para que perdieran su libertad. Tengo un tìo que tambièn lo viviò de cerca pero que afortunadamente no tuvo que pasar por la triste suerte de mis vecinos.

Ojalà que en nuestro Paìs nunca, pero nunca volvamos a vivir una represiòn de este tipo, la libertad es lo mejor de lo que podemos gozar.

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